Dos mujeres afirman haber viajado en el tiempo y tienen pruebas

Las vacaciones de Charlotte Anne Moberly y Eleanor Jourdain parecían sacadas de una película. Tras una visita a Versalles en el siglo XX, estas compañeras de trabajo y amigas íntimas afirmaron que habían viajado en el tiempo. Parecía un cuento chino, pero los dos se mantuvieron firmes en lo que habían visto. Y después de que el mundo viera sus pruebas, las dos mujeres quedarían vinculadas para siempre a su extraña experiencia.

Amigas viajeras en el tiempo

Su inquietante experiencia comenzó de forma bastante sencilla. Charlotte era la primera directora del St. Hugh's College de Oxford, Inglaterra, y Eleanor estaba a punto de incorporarse al personal como subdirectora. Así que, para hacerte una idea de con quién iba a trabajar, Charlotte viajó a París para visitar a Eleanor. En un agradable día de agosto, la pareja salió para hacer turismo.

En busca de los aposentos de María Antonieta

Como académicas interesadas en la historia, Eleanor y Charlotte decidieron visitar el Palacio de Versalles. La Aldea de la Reina era de especial interés: fue construida en 1783 para María Antonieta, que la utilizaba como escondite y lugar de reunión para ella y sus amigas.

Reina poco popular

¿No había sido María Antonieta odiada por casi todo el mundo? ¿Tenía tantos amigos como para necesitar una aldea para ellos? Sólo tenía 14 años cuando llegó a Versalles y, al principio, los franceses la adoraban. Pero con el paso del tiempo, los ciudadanos empezaron a detestarla. La reina también parecía ser consciente de ello. "La tribulación hace que uno se dé cuenta primero de lo que es", escribió en 1791.

Problemas de presupuesto

La suerte de María Antonieta se volvió en su contra cuando los ciudadanos franceses de clase trabajadora sufrieron las malas cosechas y elevados impuestos. María Antonieta no les ayudó, sino que derrochó dinero en joyas, ropa y en la renovación del Petit Trianon. Su marido, Luis XVI, le regaló la finca en junio de 1774, con la esperanza de que le sirviera para relajarse, pero sólo sirvió para dañar aún más su reputación.